Sangre de fuego en la tierra del hielo [ Dmitri ]

El norte parecía mi nueva casa, y bendita sea la habilidad del vuelo nocturno. Pues surcando el cielo vislumbré una de las aldeas fronterizas con las tierras heladas. Aún notando el helado viento que amenazaba con congelarme hasta los huesos usé a la madre noche para descender, ocultando mi oscura forma entre las sombras. Abrazándome, y descendiendo al suelo, seguido de mi familiar, el cual se posó en mi hombro.

De forma cautelosa, dejé la escoba entre los arbustos, para luego ir a por ella. Sería demasiado obvio mi naturaleza si iba con una túnica negra y la escoba ¿no? Aún cubriéndome el rostro, lo prefería mantenerme oculto, bien es sabido que la tierra fría alberga hombres con corazones en llamas. Aún así... ¿dónde estaba? lo desconocía, pero el rumor decía que una bruja por aquí vivía, la cual podría darme algo que necesitaba. Pero la suerte no siempre te sonríe, pues unos pasos, risotadas y la luz de una antorcha alumbró la instancia.

Retrocedí, intentando que no me viesen, pero nada. Estos parecían que podían olerme (claro, no olía a sudor, mierda o porquería) y no dudaron en ir tras de mí. Como nota mental, la próxima vez usaría un embrujo ilusorio de mal olor, o apariencia de muerto de hambre. Sea como sea, estos aceleraban el paso, y el número de ellos, no me daba ventaja y menos el no poder usar mi magia como tal. Empecé a correr, desesperado, vi lo que parecía una posada. Estaba cerrada, bueno... eran altas horas de la noche. Estos se acercaban, y apretando mis dientes mientras maldecía, empecé a golpear la puerta.

Se estaban acercando y eso podría significar una cosas: problemas.

Como chaman de las montañas que transitaba los poblados en buscar solución a los vivientes, tenía como deber visitar las diferentes personas que necesitaran mi ayuda y mí guía espiritual para encontrar la paz y volver al camino que la deidad natural ha puesto para ellos. Esto implicaba que tenía que también estar a altas horas del día en la propiedad de cada individuo a quien acudía a mí.

Dmitri era mi nombre, pocos conocían mi apellido pues este no era justamente con el que más me identificaba. En una de mis entregas, la última del día, las personas que estaban en aquella posada muy amablemente me dieron comida y me pidieron pasar la noche allí adentro como muestra de agradecimiento por curar a uno de los hombres que trabajaba para ellos. No podía negarme, pues su sentimiento era honesto y sería de mala educación negarme ante tal generosa oferta.

La comida estuvo bastante deliciosa, he decir que no estoy acostumbrado a comer alimentos cocinados tan bien como estos pero no podía quejarme, pues aunque no estuviera familiarizado con este estilo de alimentación no era realmente tan malo salvo que los seres humanos comenzaran a cazar animales simplemente por disfrute y placer. Nada interesante en la mesa de conversación. Terminada la cena cada quien se fue a una habitación y yo preferí dormir cerca a la entrada, sobre una suave manta de piel que había allí.

No sé cuánto pasó, pero de un momento a otro comencé a escuchar fuertes golpeteos proviniendo de afuera, ¿quién podría ser a esa hora?. Estando desnudo en la parte del torso, me levanté para quitar la seguridad del interior del lugar teniendo el bastón en mano en caso de que algo malo pasara, que aunque fuera solo un chamán podría dar palo a algún desprevenido maleante en la zona.

Mi sorpresa al abrir la puerta fue el ver un joven quien parecía agitado, tenía una leve sensación de magia a su alrededor aunque era tan transitoria que ni siquiera pude evaluar si realmente era él mismo o sólo la magia que la misma montaña emana y que puedo percibir. Iba a decir palabra a él, pero la situación no parecía ser la más conveniente para una conversación.

Que contase o no, con el don de la magia no me hacía invulnerable, ni un ser omnipotente. Yo, contra un grupo de mundanos, sería un suicidio, y más sin poder mostrar mi verdadero poder. Pero al fin, la buena suerte (o un norteño amable) me salvaron de pasar una noche realmente desagradable (o quizás mi última noche)

Y es que al ver el interior del lugar, miré al hombre a los ojos, y en menos de lo que se pestañea, estaba detrás de este, moviendo mi mano para cerrar la puerta de golpe y viendo al grupo de hombres pasando de largo. Cansado, con dolor de cabeza y un cansancio acentuado por el uso de magia pura, casi salgo de mi papel. Pero debía seguir usando mi máscara, y esta vez, no debía fingir el temblor, era de verdad.

-¡Oh buen hombre! me ha salvado la vida, mil gracias. De verdad, vengo de un largo viaje, y me perdí por aquí. No suelo entrar de esta forma a...- Me fijé ahora en la oscuridad, no había nadie más. Y por lo que veía estaba cerrada....diablos.-... aquí. Pero era cuestión de tiempo, y bueno, si no conozco el lugar no puedo "saltar y..." ¿eres el dueño? gracias de nuevo.- Le agarré de las manos, con una expresión de agradecimiento infinito, seguido, del brillo cristalino de mis ojos. Madre mía, debería dejar mi carrera como topo y dedicarme al teatro.