La ciudad más lujosa del Imperio [Lilith]

Sanguria, la joya del Imperio. No era su capital, pero era la ciudad donde se encontraban los comercios más espectaculares de todo el continente. Desde artefactos enanos, hasta poderosos tomos mágicos de magos, hasta los nuevos artilugios hechos por maestros humanos, o bien, maravillosas obras de arte, todo se podía encontrar allí, y lo más interesante de todo, la noche tampoco hacía que la ciudad descansara, era una de las pocas ciudades del mundo conocido que siempre estaban iluminadas.

Siendo así, había salido hace poco de un hotel bastante caro que me había aceptado, debido a que teniendo el pase oficial de General Augusto, podía moverme por el territorio sin problemas, y sobre todo, sin llamar la atención de la Teocracia. Me encontraba en una taberna bastante abarrotada, y aprovechando la oportunidad, iba vendiendo algunas chucherías que había hecho con mis magníficas habilidades de herrería. Haciendo eso pensaba reunir un poco de información de lo que pasaba en la ciudad.

Los días como hoy son divertidos, porque aunque estoy de servicio, el ir de compras siempre es un gustazo. Todavía no sabía por qué, pero me habían designado para ir con uno de los herboristas a proveerse de libros de esos sobre plantas. Yo la verdad es que no sabía mucho sobre el tema, pero lo cierto es que me llegaba a interesar un poco el cómo tomando o poniéndote cosas tan asquerosas como esas podías llegar a sentirte mejor.

Cuando llegamos a la zona comercial todo era un no parar, demasiados estímulos para mí, cosas brillantes, olores extraños y gente, mucha gente. Debido a que se nos había hecho tarde para volver a nuestra ciudad, buscamos un par de habitaciones libres, hasta que dimos con un hospedaje que nos podíamos permitir.

Cuando nos despedimos entrando cada uno en nuestra habitación, pensé que ya que estaba en una ciudad nueva en la que por el ruido constante en la calle parecía que no se dormía, por qué no explorar un rato la vida nocturna. Me puse una capa y salí.

Entré en una taberna cercana y eché un vistazo para evaluar a los parroquianos y ya de paso buscar un sitio libre. Gente gritando por aquí, unos pulsos por allá, algún alma solitaria también. Podríamos decir que los hombres son iguales sean las latitudes que sean. Vislumbré un sitio en el medio de la sala ya cerca de la pared contraria a la barra y me dirigí hacia allí

Observé con interés la única persona que me llamó la atención al llegar al lugar, una pelinaranja que tenía porte de guerrera. Observé a la mujer sentarse cerca mío, y mirándola, decidí introducir una conversación de la mejor forma que sabía;

-Disculpe, señorita. Veo que tiene porte de soldado, por casualidad, ¿Ha estado buscando armas de buena calidad? Pues estoy vendiendo espadas y dagas de una calidad superior a la que encontrará en cualquier tienda de estos lugares...¿Interesada? -Pregunté, mirándola.

Mostré las mejores armas que tenía a primera vista, mientras observaba atentamente a la mujer, intentando identificar el porque me llamaba tanto la atención.

Justo al poco de sentarme se me acercó un... ¿hombre?, lo parecía pero era demasiado alto y olía diferente a como huelen los humanos. En un primer momento me puse un poco tensa, hasta que desplegó un número curioso de armas.

-Y eso, ¿lo has deducido por la capa reglamentaria o quizás por la espada que llevo colgada?- dije mientras acariciaba la empuñadura del arma.

Eché un rápido vistazo a las armas que me mostraba y una en especial me llamó la atención. Además si lo pensaba bien quizás era hora de que me buscara un arma más acorde a mí y no la que llevaba y a la que después de bastante tiempo todavía on me había hecho del todo.

- En realidad no he venido buscando armas, más bien por otros menesteres. Pero me ha llamado la atención esa que llevas ahí- dije señalando un estoque con una bonita empuñadura labrada y de apariencia ligera.

Escuché su comentario y levanté una queja, y con una sonrisa le respondí;

-Tener un arma no te hace ser un soldado, así como una capa tampoco, ¿No es así? ¿O por tener un símbolo del Imperio te transformas en uno? Creo que es algo mucho más profundo…pero creo que no tiene importancia hablar de ese tema. –Dije, mirándola. Luego de eso observé con atención el arma que elegía y se la entregaba para que la revisara. Escuchando sus palabras le comenté- Es una buena arma. Los metales que yo ocupo son de la mejor calidad, y son muy difíciles conseguirlos. Obviamente yo me quedo con las mejores armas, pero cualquiera puede comprar estas otras armas…si tiene el dinero para hacerlo. –Dije, mirándola.